Elena Domínguez: “Mientras existan mecanismos y máquinas, la lubricación seguirá siendo esencial”
A lo largo de más de tres décadas, Elena Domínguez ha desempeñado roles clave en Repsol Lubricantes, ocupando varios puestos de responsabilidad en Asistencia Técnica y Desarrollo y como responsable de Operaciones de Lubricantes. Inició su carrera en el desarrollo de productos lubricantes en el año 1991, un campo que por entonces contaba con escasa presencia femenina. Ahora se jubila tras 33 años de trayectoria en la compañía.
En esta entrevista, repasa su experiencia en Repsol, la evolución de la industria de los lubricantes y los retos y oportunidades que se presentan para el sector.
¿Cuáles fueron los mayores retos a los que te enfrentaste al principio de tu carrera, siendo una de las primeras mujeres en el negocio?
Al incorporarme en 1991, la presencia femenina en ingeniería industrial, mi especialidad, era escasa. En Repsol la situación era similar, un mundo predominantemente masculino. Sin embargo, siempre me sentí respetada y valorada. A lo largo de mi carrera, trabajando con clientes nacionales e internacionales de diversas culturas, jamás percibí discriminación de género. Me considero una privilegiada en ese sentido.
¿Qué le dirías a las jóvenes que estén valorando hacer carrera en el mundo de los lubricantes?
El sector de los lubricantes tiene un gran futuro. Mientras existan mecanismos y máquinas, la lubricación seguirá siendo esencial. Los lubricantes y grasas que fabrica Repsol son imprescindibles para su funcionamiento y no existe un sustituto masivo para estas funciones. Es un campo dinámico y diverso, en constante evolución.
Desde el monopolio inicial y un mercado nacional, en Repsol hemos vivido la apertura del mercado, la entrada de competidores, la expansión internacional a más de 90 países, la creación de joint ventures y la adaptación a las nuevas demandas, como la sostenibilidad o los vehículos eléctricos.
¿Cuáles han sido las claves para lograr esa adaptación?
El liderazgo y los equipos. Líderes como José Barreiro, Antonio Portela, Fran Miranda, Clara Velasco o Sebastián Mussini, entre otros, han impulsado la transformación y el crecimiento, motivando e inspirando a los equipos. Su visión, no solo centrada en el negocio, sino también en las personas, ha sido fundamental.
¿Podrías compartir alguna experiencia memorable?
Recuerdo con especial cariño un congreso en Alemania, donde Beatriz Domínguez, ahora en TechLab, y yo "perseguimos" durante tres días al responsable de homologación de aceites de Mercedes. Era una figura muy solicitada, siempre rodeado de gente. Gracias a la perseverancia, logramos hablar con él, lo que resultó en el desarrollo y aprobación de un lubricante para el primer llenado de vehículos Mercedes. Aunque en ese momento nuestra logística no cubría todos los países, fue un gran logro.
¿Qué cambios has observado en la industria a lo largo de tu trayectoria?
He sido testigo de la llegada de los aceites sintéticos, la reducción de viscosidades... Desde los 20W50 fabricados con bases de Puertollano o Cartagena, hasta los 0W16 actuales, elaborados con bases sintéticas como las polialfaolefinas y, posteriormente, las bases del grupo 3, procedentes de refino. La creación de una joint venture con una compañía coreana, líder en la producción de estas bases, fue un paso fundamental para lograr una producción propia de estos productos.
¿Cuál crees que es el hito que permitió la expansión internacional de Repsol Lubricantes?
Fue un proceso gradual que comenzó en los 90. La creación de un departamento de desarrollo de negocio fue clave, con estrategias creativas como los "do it for me”; es decir, fabricación en terceros con licencia para nuestros distribuidores. Sin embargo, el verdadero hito fue la creación de joint ventures, que nos permitieron acceder a nuevos mercados con producción y conocimiento local.
Después de tantos años en el negocio, ¿cuáles dirías que son sus valores primordiales?
La ilusión, una hoja de ruta clara y, sobre todo, las personas. El liderazgo inspirador y la dedicación de los equipos han sido esenciales para el éxito. La posibilidad de crecer, asumir nuevos retos y formar parte de un negocio en expansión ha sido clave.
Estos 33 años me han aportado muchísimo: conocimiento, retos, experiencias, un excelente ambiente de trabajo... Repetiría mi carrera en Repsol sin dudarlo.